Aquí están: Julián, Adelita, Chavalín, Rita, Marcela, Zupu, Dorotea, Susan White, el viejo Kënig, Lucelina,
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Gabriel, Rafael, Dr. Mestritz, el Tullido, el Borracho, La Blanca, Candela, Buena Moza, el Escribano...

viernes, 28 de marzo de 2008

EL TEATRO ES PARA MI...


Siguen llegando opiniones sobre el teatro. La de Julia llegó como comentario a la de Raquel y tampoco tiene desperdicio, está en los comentarios, ya sabéis. Ahora tenemos la de Noemí, que paso a reproducir. Esta es:

Montas el chiringuito, actúas, la gente aplaude, se va. Desmontas el chiringuito y también te vas. Si suena simple, será simple. Para actuar sólo has deseado ser tu personaje, para ello conoces su ambiente, sus movimientos. Le prestas tu cuerpo a Hamlet, a un glóbulo rojo (cabe cualquier cosa) y le regalas gestos, emociones, horas de trabajo técnico… Así, te conviertes en un camaleón porque el público os ve fundidos a los dos. Y llegan esos segundos en que eres él, olvidándote de que es todo mentira y de los problemas que tienes fuera de ahí.


El público es tu amante: sin ellos la obra no es nada. Y, como en el amor, ofreces, intentas complacer de continuo. Tras el gran esfuerzo, a veces no te corresponde, pero no te preocupes, siempre habrá alguno al que le gustes.


Y el día menos esperado te encuentras por la calle con el problema que tenía tu personaje, y piensas: “Si resolví esto una vez, puedo volver a hacerlo”. Y, si estás dispuesto, ese personaje da la cara por ti y te salva.
En el reino animal esta relación se llama mutualismo. Pero hay un problema: crea adicción y, cuando te das cuenta, ya te has convertido en un yonqui del teatro.

Noemí González

2 comentarios:

Trasky dijo...

Y como yonkis necesitamos nuestra cierta dosis digamos que semanal...

laga lerna rules!

Anónimo dijo...

Jajajajaj tu texto me ha acelerado Noe!!

muy bueno...es cierto!


UN BEZIN!